Llegó a mi vida tal vez demasiado tarde, pues aunque ya lo topaba como el chef guapo y cínico que a veces salía en la televisión de mi abuela, en realidad no le presté mucha atención hasta hace un año, cuando mi novio de ese entonces vio Roadrunner: A Film About Anthony Bourdain y se empezó a obsesionar con él. Me platicó sobre el documental y sobre el episodio de Parts Unknown que grabó en Palestina, y el cual se sentía muy vigente pese a que se había grabado hace diez años. La relación iba decayendo para ese momento y le hice una promesa que no le pude cumplir: ambos íbamos a leer Kitchen Confidential como una actividad para pasar más tiempo juntos.
Como parte del proceso de la ruptura, empecé a hacer cosas que nunca hice en la relación. Entre ellas estuvo ver ese episodio de Parts Unknown como a Anthony le hubiera gustado: con una Maruchan con esquites del carrito con más gente del Zócalo de Cuernavaca, maridado con un vino blanco bien helodio.
Tiempo después me enteré de que me iba a ir a la India, lo que sería mi primer viaje al extranjero y tan lejos. En mi mente, lo primero que apareció fue la imagen de Tony acostado en lo que parece ser la sala de espera de algún aeropuerto, con un cigarro en la boca y una leyenda escrita a mano arriba de su cabeza en la que se lee "Be a traveler, not a tourist". Lo cual puede parecer sencillo, pero es algo más complicado de seguir de lo que parece, y al estar en Asia terminé siendo turista, yendo a lugares de turista y siendo estafada como turista.
Eso sí, intenté ser lo más abierta posible en cuanto a la comida. Y aunque no tuve las agallas para comer en la calle ni para probar los refrescos de balazo que salen en los reels de Instagram, sí probé todas las variedades de curry que pude, y me permití saborear, disfrutar y enchilarme con la comida, dando fe ciega en lo que me metía a la boca.
Esto fue un paso importantísimo para mí, pues como consecuencia de la ansiedad que he padecido toda mi vida, siempre he tenido una relación _complicada_ con la comida. Recuerdo que de chiquita mi mayor miedo era ir a los restaurantes, porque aunque fuéramos a mi lugar favorito, se me cerraba la garganta y me era imposible probar bocado. Siempre he sido picky eater y hay ciertas texturas, sabores y olores que me generan repele. Aunque, desde que leí el fragmento de A Cook’s Tour donde dice (mal parafraseando) que no hay mejor satisfacción para un chef que lograr hacer apetitosas cosas que a las personas jamás se les hubiera ocurrido comer, le doy más crédito a las creaciones culinarias y, por respeto, intento darles una oportunidad. Así me he descubierto a mí misma comiendo champiñones, sesos, aceitunas, higos y demás cosas que en su momento me parecían imposibles.
Varias veces he celebrado mis logros escapándome para comer sola en algún restaurante, a mi tiempo y a mi ritmo (lo cual, para ser alguien con antecedentes de fobia a los restaurantes, ya es un logro en sí!!!), pues al igual que Anthony, he permitido que la comida y los sabores se vuelvan parte indispensable de mis recuerdos. Y así como él, también encuentro la felicidad muy fácilmente a través de un plato de fideos picantes o en una pasta italiana decente. (Las personas que me conocen saben que tanto el ramen como el pho, como la comida italiana, han sido parte importantísima de mi lore este último año).
Tampoco puedo decir que todo ha sido miel sobre hojuelas. Empatizo mucho con él en varios momentos de su vida en los que —de forma muy sutil y a veces muy evidente— parece estar dudando de sí mismo y del valor de su vida, y de la vida en general. Al igual que él, yo también me he sentido ajena a la _normalidad_, como si ese estilo de vida fuera algo inherentemente inalcanzable para mí. Comprendo de forma muy cercana esa sensación de vértigo donde, entre más alto subes, más fuerte se vuelve el impulso de saltar hacia abajo. También, varias veces he sido demasiado consciente de mí misma para mi propio bien. Sin embargo, cuando empiezo a llenarme de dudas, así como él, intento recordar que tal vez lo importante no es encontrarle sentido a tu vida, sino alimentar el sentido de esta. Pues la vida ya es lo suficientemente compleja y rara como para todavía querer privarme de los pequeños placeres cotidianos como admirar un atardecer, sumergirme en una alberca, escuchar una canción que te hace irte de trompa, platicar con viejxs amigxs y degustar una sopita bien caliente con harto limón.
Cada vez que me siento demasiado atrapada en un lugar —incluso en mi propia cabeza— intento traer a mi mente una de sus frases más famosas, y la que fue su epílogo del capítulo final de No Reservations, pues a veces tenemos la cabeza muy metida en nuestro ombligo y necesitamos orearla un poco para poner las cosas en perspectiva:
If I'm an advocate for anything, it's to move. As far as you can, as much as you can. Across the ocean, or simply across the river. The extent to which you can walk in someone else's shoes or at least eat their food, it's a plus for everybody.
Open your mind, get up off the couch, move.
La verdad es que siempre he sido una persona muy miedosa, pero particularmente este año he intentado que utilizar mis miedos como impulso para agarrar vuelo -en lugar de paralizarme y echarme hacia atrás como antes lo hacía-. Un poco como cuando Bourdain miró a la cobra a los ojos, luego vio cómo la despanzurraban con unas tijeras frente a él y le acercaban el corazón aún palpitando en un platito de cerámica. Lo tomó en sus manos y, como si se tratara de una ostra, se lo tragó de un solo bocado, sintiendo cómo sus movimientos peristálticos se sincronizaban con los latidos del corazón que bajaba por su garganta. Rendirse ante el miedo y tragárselo: en una de esas, el horror también coopera para hacerlo más pasadero.
Solía ser alguien que dejaba sus libros impecables, y la sola idea de pensar que mis cosas se maltrataban me dejaba sin dormir. Por eso, la mayor parte de mi vida intenté llevar una vida impoluta, con la menor cantidad de marcas y rasguños posibles. Sin embargo, y en palabras de Tony:
"Travel changes you. As you move through this life and this world you change things slightly, you leave marks behind, however small.
And in return, life —and travel— leaves marks on you.
Most of the time, those marks —on your body or on your heart— are beautiful. Often, though, they hurt."
Por lo que, de un año para acá, he intentado comerme al mundo, aunque eso implique despostillarme algunos dientes.
Feliz cumpleaños, Anthony Bourdain. Hay días en los que el mundo te extraña más que otros.
¡Qué bonita entrada! Uff, me hiciste pensar tanto... hasta tomé nota.
Primero que nada, me identifico a full con lo "picky" en la comida; hasta hace dos años yo solo comía como dos cosas xP pero mi pareja actual me enseñó un chiingo sobre gastronomía y ahora me animo a probar de tooodo... nocierto, aún los sesos y el higo me dan cosita... pero lo intento.
Por otro lado, me encantó cómo mezclaste tanto aprendizaje de Bourdain (que, por cierto, también me enseñó mi pareja) con tus experiencias de vida y es que el atreverse a probar alimentos cambia tu vida tanto como cualquier decisión en ella!! Me tocaste una llaga, porque desde hace rato que tengo unas tremendas ganas de irme a vivir sola, pero el miedo, y/o las dudas, me han impedido aventarme!! Tengo que hacerlooo :s :s
PD: no he probado el pho, pero aaaamo el ramen! Algún lugar que recomiendes en Cuerna?
Amiga, un compa siempre me ha recomendado mucho a Bourdain, pero por angas o mangas nunk me he aventado a entrar a su mundo. Con este textito ahora estoy decidido a hacerlo.